lunes, 12 de abril de 2010

5 Experimentos Psicológicos que Demuestran que la Humanidad Está Condenada





Está tomado de un artículo publicado en Cracked, que es un sitio que publica habitualmente listas de las cosas más destacables de alguna categoría. Algunos de estos experimentos ya los conocía (por ejemplo, los vi en 5º año, en psicología). Lo interesante es que son cosas muy simples y que uno se imagina que son fácilmente reproducibles. Lo peor es que al leerlo no sólo me imagino reproduciendo ese experimento sino también obteniendo los mismos resultados. Aquí va un resumen traducido.

5. El experimento Asch de conformidad (1953). En este experimento se tomaba una persona y se la ponía en un grupo de gente que ya estaba al tanto. Se mostraba alguna consigna muy fácil (como decir qué línea es más larga) y se les preguntaba la respuesta, primero a los que ya estaban al tanto y después al sujeto. Aunque la respuesta era muy obvia, si los que estaban al tanto contestaban mal (a propósito) un 32% contesta lo mismo.

4. El experimento del buen samaritano (1973). Este experimento se hizo con seminaristas. A la mitad del grupo se le pidió que hagan un sermón sobre el buen samaritano (un tipo que encontró a otro tirado agonizando y lo ayudó, aunque había otras personas supuestamente más nobles que no movieron un dedo). La otra mitad tenía que hacer un sermón sobre oportunidades laborales. A algunos de ellos les dieron un horario apretado para llegar hasta el lugar donde tenían que dar el sermón y a otros les dieron más tiempo. En el camino, pusieron a un actor simulando estar gravemente herido. Curiosamente, el hecho de haber leído sobre alguien que se detiene a ayudar a otro no hizo que esos seminaristas se detuvieran a ayudar más que los otros. En cambio, se paraban más frecuentemente los que tenían más tiempo. De los que estaban apurados, sólo el 10% paró a ayudar.

3. Apatía del testigo (1968). Hubo un asesinato muy famoso en 1964 del cual 38 personas fueron testigos y nadie hizo nada (ni siquiera llamar a la policía). Este experimento trataba de reproducir eso. Se convocó a distintas personas con el pretexto de hacerles preguntas privadas. Para "preservar su privacidad" se les dijo que estarían solos en una habitación y se comunicarían mediante un intercom con el investigador, que sería el único que escucharía. En un momento, el investigador simularía tener un ataque de epilepsia. Si el sujeto creía estar solo, salía de la habitación para brindar ayuda un 85% de las veces. Pero si estaba con otros cuatro sujetos (todos ellos en habitaciones separadas), sólo el 31% de la gente ayudaba. Tal vez pensarían que los demás lo harían, pero si todos piensan eso...

2. El experimento de la prisión de Stanford (1971). Este experimento es muy famoso y ya se comentó acá. Se toman estudiantes comunes y se los divide en dos grupos. Uno representa a los carceleros y otro a los presos. Los carceleros tienen que encargarse de que nadie escape. Al cabo de un día, los carceleros se toman tan a pecho su labor que empiezan a torturar a los presos, a negarles asistencia y a maltratarlos. Los presos se vuelven aislados, temerosos y ni siquiera se les ocurre pedir que termine el experimento. Algunos se convierten en soplones, otros organizan huelgas. El experimento debía durar dos semanas, pero la situación se puso tan espesa que hubo que cancelarlo a los seis días. Esto demuestra que todo el mundo tiene algo de sádico y que un policía brutal no es necesariamente más brutal que la persona a la que golpea, sino que tal vez si los roles se invirtieran la persona también sería brutal si tuviera un uniforme y un bastón.

1. El experimento Milgram (1961). Este experimento se proponía investigar el principio de obediencia debida y creo que ya se comentó acá. Se toma una persona y se le dice que tiene que leerle una lista de pares de palabras a otra persona (que en realidad es un actor). Después, tiene que leerle sólo una de las dos palabras y el actor tiene que decir la otra palabra del par. Si se equivoca, el sujeto tiene que darle un choque eléctrico, que empieza en 45 voltios y va en aumento. En realidad, los choques estaban simulados, aunque al sujeto le mostraban cómo se sentía la descarga de 45 voltios antes de empezar. A medida que el voltaje aumentaba, el actor gritaba, golpeaba la pared y se quejaba de su problema del corazón. En un momento, dejaba de hacer ruidos. La mayoría de los sujetos en este punto se detenía y le preguntaba al experimentador si no sería mejor ver si el actor estaba bien. Sin embargo, cuando el experimentador les decía que continuaran y que no serían responsables de lo que ocurriese, casi todos seguían. El 65% de los sujetos llegaron a administrar los 450 voltios, que era el máximo posible. Incluso siguieron dando choques eléctricos después de que el actor dejó de hacer sonidos. Ningún sujeto se cuestionó dar los choques antes de los 300 voltios. Algunos luego ofrecieron devolver el dinero que les pagaban por la prueba. Milgram fue cuestionado por someter a los sujetos a una gran presión psicológica (al fin y al cabo, creían que estaban hiriendo gravemente o matando a alguien). Sin embargo, la mayoría de los participantes expresaron su satisfacción por haber participado y muchos se ofrecieron para otros experimentos. Uno de ellos incluso escribió a Milgram diciéndole que su experimento le había hecho tomar conciencia de cómo se obedece ciegamente a la autoridad y que gracias a él había decidido no ir a Vietnam por objeción de conciencia. Hubo 19 variaciones del experimento. Si el experimentador daba órdenes por teléfono en lugar de personalmente, la obediencia disminuía. Lo mismo ocurría si, en lugar de estar físicamente separados y no verse, el sujeto tenía que sostener la mano del actor contra la placa de contacto. Las mujeres obedecían más o menos igual que los hombres, pero decían sufrir más estrés. Si el experimento se hacía en una oficina cualunque en lugar de la universidad de Yale, la obediencia disminuía. Lo mismo pasaba si el sujeto estaba con otros sujetos (que en realidad eran experimentadores) que se negaban antes.

Curiosamente, Charles Sheridan y Richard King, que sospechaban que de alguna forma los sujetos se daban cuenta inconcientemente de que el sufrimiento del actor era fingido, repitieron el experimento, pero esta vez dándole choques eléctricos reales a un cachorro de perro. 20 de 26 participantes completaron la prueba. Todos los que se negaron eran hombres, mientras que todas las mujeres continuaron hasta el fin.

http://www.cnbaforo.com.ar/showthread.php?t=20531

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